Lanzado en marzo de 1983, The Final Cut de Pink Floyd es un álbum que marca el fin de una era para la banda y también una de sus obras más polarizadoras. Si bien el legado de Pink Floyd es sinónimo de innovación, experimentación sonora y una visión colectiva, The Final Cut se percibe como el epílogo de la relación entre Roger Waters y el resto del grupo. Es un álbum cargado de emociones personales, con letras profundamente políticas y una atmósfera sombría que explora temas de guerra, pérdida y traición.
The Final Cut surgió en medio de tensiones internas en Pink Floyd, particularmente entre Waters y el guitarrista David Gilmour. Estas tensiones ya eran evidentes durante la creación de su disco anterior, The Wall, pero en The Final Cut alcanzaron su punto culminante. De hecho, muchos consideran este álbum como un proyecto casi en solitario de Waters, quien escribió todas las canciones y desempeñó un papel dominante en la dirección artística. Los otros miembros de la banda, en especial Gilmour, participaron mínimamente en el proceso creativo, lo que llevó a una ruptura definitiva poco después del lanzamiento.