El sencillo «My Sweet Lord» / «Isn’t It a Pity» de George Harrison, lanzado en 1970, es una de las obras más emblemáticas del ex-Beatle, reflejando su profunda espiritualidad y su capacidad para crear música que trasciende lo meramente comercial. Este sencillo no solo marcó un momento clave en la carrera de Harrison, sino que también tuvo un impacto significativo en la música popular, abordando temas de devoción y reflexión personal de una manera accesible y poderosa.
Después de la disolución de The Beatles en 1970, los miembros de la banda comenzaron a explorar sus carreras en solitario. George Harrison, a menudo considerado el «Beatle silencioso», aprovechó esta oportunidad para expresar plenamente sus intereses espirituales y filosóficos, que había comenzado a desarrollar durante los últimos años de la banda.
«My Sweet Lord» y «Isn’t It a Pity» forman parte del álbum «All Things Must Pass», el primer trabajo en solitario de Harrison tras la separación de The Beatles. Este álbum triple es ampliamente considerado uno de los mejores trabajos post-Beatles, y el sencillo fue fundamental para su éxito. Las dos canciones reflejan tanto la espiritualidad de Harrison como sus sentimientos sobre la vida y las relaciones personales.
«My Sweet Lord»
«My Sweet Lord» es una expresión directa de la devoción espiritual de Harrison. La canción es un himno de alabanza que combina influencias del hinduismo con elementos de la tradición cristiana occidental. Harrison, profundamente influenciado por la cultura india y el movimiento Hare Krishna, utiliza la canción como un medio para expresar su anhelo de conexión con lo divino.
La letra es una sencilla, pero poderosa, repetición de mantras y frases devocionales, con «Hare Krishna» y «Hallelujah» entrelazados para mostrar la universalidad de la búsqueda espiritual. Harrison declaró que quería mostrar que, a pesar de las diferencias superficiales, todas las religiones buscan la misma verdad fundamental.
Musicalmente, «My Sweet Lord» es una fusión de pop, rock y gospel. La canción comienza con una suave introducción de guitarra acústica antes de que se sumen las armonías vocales y el acompañamiento instrumental. La estructura repetitiva del mantra refuerza el carácter meditativo de la canción.
Una característica notable es el uso de múltiples capas de voces, creando un efecto coral que le da a la canción una sensación de comunidad y devoción colectiva. Phil Spector, que produjo el álbum, aportó su característico «Wall of Sound», dando a la canción una riqueza y profundidad que la convierten en una experiencia inmersiva.
A pesar de su éxito, «My Sweet Lord» estuvo envuelta en una controversia legal debido a su similitud con la canción «He’s So Fine» de The Chiffons. Harrison fue acusado de «plagio inconsciente» y, aunque reconoció las similitudes, insistió en que no había intención deliberada de copiar la melodía. Finalmente, perdió la demanda, pero la canción sigue siendo celebrada como una de sus más grandes composiciones.
«My Sweet Lord» fue un gran éxito comercial, convirtiéndose en el primer sencillo de un Beatle en alcanzar el número uno tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos. La canción es vista como un himno espiritual que ayudó a popularizar la música devocional en el pop occidental. Su impacto se extiende más allá de lo musical, influyendo en la percepción del público sobre la espiritualidad y la cultura india.
«Isn’t It a Pity»
«Isn’t It a Pity» es una balada melancólica que aborda la tristeza y el dolor de las relaciones humanas que se deterioran. Harrison había escrito la canción años antes, durante su tiempo con The Beatles, pero nunca se había incluido en un álbum del grupo. La letra reflexiona sobre cómo las personas a menudo se lastiman entre sí, ya sea por falta de comprensión o por egoísmo.
La canción es una meditación sobre la empatía y la compasión, con Harrison lamentando la incapacidad de las personas para amarse y cuidarse mutuamente. La repetición de la frase «Isn’t it a pity» enfatiza el dolor y la resignación ante la inevitabilidad de la ruptura y el conflicto.
En el documental Get Back, editado por Peter Jackson, se alcanzan a escuchar algunos acordes del tema y precisamente acompañan el capítulo donde George abandona la banda durante las sesiones.
Musicalmente, «Isn’t It a Pity» es una balada lenta y expansiva, con una estructura que recuerda a las canciones de los años 60, pero con una profundidad emocional y una producción que la eleva. La canción tiene una duración considerable (más de siete minutos en su versión original), lo que permite una exploración completa del tema.
El arreglo es grandioso, con una orquestación rica que incluye cuerdas, piano, y coros que refuerzan la atmósfera sombría y reflexiva. El uso del «Wall of Sound» de Spector es especialmente efectivo aquí, creando una sensación de espacio y magnitud que subraya la universalidad del mensaje de la canción.
«Isn’t It a Pity» fue muy bien recibida, aclamada por su honestidad emocional y su producción detallada. Aunque no fue tan grande como «My Sweet Lord» en términos comerciales, ha sido reconocida como una de las mejores composiciones de Harrison, destacándose por su profundidad lírica y su belleza melódica.
El sencillo «My Sweet Lord» / «Isn’t It a Pity» es un testimonio de la madurez artística de George Harrison y su capacidad para fusionar lo personal con lo universal. Mientras que «My Sweet Lord» celebra la búsqueda espiritual y la conexión con lo divino, «Isn’t It a Pity» ofrece una reflexión profunda sobre la fragilidad de las relaciones humanas.
Ambas canciones, aunque diferentes en tono y tema, se complementan perfectamente, mostrando los dos aspectos de Harrison: el místico y el observador de la condición humana. Este sencillo no solo consolidó su carrera en solitario, sino que también dejó una huella indeleble en la música popular, influenciando a generaciones de músicos y oyentes.