Con Heritage, lanzado en 2011, Opeth marcó un punto de inflexión radical en su sonido, alejándose completamente del death metal que había definido su carrera y abrazando una estética progresiva más cercana al rock de los años 70. Este cambio generó división entre los seguidores de la banda, pero también consolidó a Opeth como un grupo en constante evolución, dispuesto a desafiar expectativas y expandir sus horizontes musicales.
El álbum está influenciado por bandas clásicas del rock progresivo como King Crimson, Camel, Jethro Tull y Gentle Giant, así como por elementos de jazz, folk y psicodelia. Su producción, a cargo de Mikael Åkerfeldt, resalta una instrumentación orgánica, con teclados prominentes, guitarras con tonos vintage y arreglos que evocan el sonido analógico de los 70.